miércoles, 28 de diciembre de 2011

LAS DAMAS DEL TANGO



“Originario de la orilla de Buenos Aires, con perfecta localización geográfica, empírico, vigente y anónimo, transmitido oralmente y funcional, tiene todas las condiciones requeridas por las mayores exigencias del hecho folclórico.” “Su nacimiento porteño se sitúa en los “barrios bravos” de Buenos Aires del 900...”

Víctor Jaimes Freyre, Mi buen amigo el Folclore (1963)



LAS DAMAS DEL TANGO

(Artículo escrito en Ecuador y publicado en el prestigioso periódico LA HORA)

A diferencia de muchas danzas folclóricas ecuatorianas, que forman parte de un ritual de grupo en relación a la Naturaleza, el tango argentino es un baile estrictamente de pareja.

No danzamos tango en busca de las lluvias necesarias para los cultivos o en agradecimiento a los dioses por tal o cual beneficio para la comunidad. Bailamos tango hombre y mujer como fuera del mundo social. Bailamos en un abrazo continuo, en búsqueda de disfrute en intimidad.

Es por ello que la mujer, en el tango, es parte estructural del mismo como individuo único e irrepetible. Sin la mujer individual, la mujer tangible, la mujer con nombre y apellido, la mujer abrazable, no hay tango. La mujer es una dama, con todas las letras, y es tratada como tal.

¿En qué otro ambiente de danza el hombre, al terminar de bailar, acompaña a la mujer hasta su silla? Matrimonios de toda la vida, semana a semana, año tras año, van a bailar tango en Buenos Aires. Uno puede ir a bailar con su propia madre, porque el ambiente del tango es familiar en el más alto grado.

No hay que prestarle atención al mito del tango sexuado, del tango erótico. Existe, por supuesto; es un negocio lucrativo. A mí mismo me ofrecieron muchas veces contratos para que bailara tango apache en Argentina y otros países. Sin embargo, lo mejor es identificar el tango argentino con la familia, con la esposa, la novia, los amigos y los padres.



El tango argentino no nació en los prostíbulos, como escriben y dicen personas sin conocimientos reales sobre el tema (o personas que gana dinero mostrando en los escenarios espectáculos casi de striptease tanguero); surgió de una necesidad insatisfecha de hombres y mujeres normales.

La mujer del tango argentino no es la prostituta; es la mujer novia, la mujer esposa, la mujer madre de familia. Entender esto es fundamental. Una cosa es la propaganda “for export” de ciertos grupos empresariales con pasaporte argentino; otra, el tango real, cotidiano y folclórico.

Desde sus comienzos, el tango fue bailado en casas de familia. Hoy día, el tango es bailado con sobriedad y castidad, por así decirlo. La mujer no muestra más allá de lo que el recato natural permite. Si una mujer, en una verdadera milonga de Buenos Aires, muestra demasiado las piernas o hace figuras eróticas, puede ser expulsada. Porque, en las milongas porteñas, los hombres queremos mujeres respetables, pretendemos ser respetados por las mujeres con las cuales bailamos. El tango argentino es romántico, sensible y respetuoso con las mujeres.

Unos fragmentos de dos tangos típicos, que bailamos casi todas las noches en las milongas de Buenos Aires y en la nuestra de Quito, que funciona desde el 2005. Ustedes juzgarán:


“CADA VEZ QUE ME RECUERDES”

Letra: José María Contursi
Música: Mariano Mores

“…Cada vez que me recuerdes,
la noche amiga me lo dirá,
y donde el cielo y el mar se pierden
cuantas estrellas me alumbrarán...

Cada vez que me recuerdes
tu pensamiento me besará,
y cuando el fin de tu vida llegue,
junto a tu vida me sentirás…”



“SOLAMENTE ELLA”

Letra: Homero Manzi
Música: Lucio Demare

“Ella vino una tarde y era triste,
fantasma de silencio y de canción;
llegaba desde un mundo que no existe,
vacío de esperanza el corazón.

Era nube, sin rumbo ni destino,
tenía la ternura del adiós;
mi paso la siguió por cien caminos,
y un día mi fatiga la alcanzó.”

En definitiva, las mujeres, en el verdadero tango, deben ser damas del tango, ya sea bailando, cantando o, simplemente, disfrutando de una noche de milonga.

Queremos en nuestro tango argentino mujeres a la altura de “Cada vez que me recuerdes” y “Solamente ella”.




© CLAUDIO MADAIRES. Todos los derechos reservados. Artículo publicado en marzo del 2006 en el prestigioso diario "La Hora" de Quito, Ecuador, con la firma "Claudio Gilardoni".

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